En la escuela siempre nos enseñaron a hacer bien las cosas para aprender algo, a hacerlas rápido para obtener un reconocimiento y a hacerlas mejor que los demás para estar en una lista de “estrellitas” que concedía la preferencia de la maestra y una que otra aparición en público ante toda la comunidad escolar.
Nos quedamos con esa idea de éxito, de satisfacción. Lo peor es que la confundimoscon aprendizaje… con educación.
Poco tiempo dedicamos desde el preescolar hasta la universidad, a compartir con los demás para impulsarlos, queríamos seguir caminando solos para consolidar ese concepto de “educación” aprehendido en nuestros primeros años escolares.
Hoy como maestros es difícil eliminar vicios que hacen de nuestros alumnos personas egoístas y competitivas. Castigamos la colaboración, la comunicación, la interacción y todo lo que los pueda distraer de los temas que nosotros consideramos importantes para su formación.
Es importante que esta sociedad, a la que algunos llaman “de la información y el conocimiento” se convierta verdaderamente en un entorno que propicie el avance humano y no el simple cambio instrumental. Para ello es fundamental que en nuestra vida repensemos las formas en las que nos comunicamos, dejemos de “satanizar” la interacción social para pasar a entenderla, utilizándola como herramienta y espacio de aprendizaje.
Qué maravilloso poder aprender lo que realmente te interesa, al ritmo que deseas y con la colaboración enriquecedora de personas que pueden estar en cualquier lugar del mundo.Enseñar desde el ejemplo que compartir es saber más. Que deje de importar el número para que empiece a preocuparnos el aprendizaje para la vida y la satisfacción personal.
Contenido creado por Esy Paola Reyes Curi.
Su reproducción total o parcial, sin permiso expreso del autor, será considerada como plagio.
Contenido creado por Esy Paola Reyes Curi.
Su reproducción total o parcial, sin permiso expreso del autor, será considerada como plagio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario